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KRISTEN STEWARD ES LA NUEVA PRINCESA DIANA

Kristen Stewart consigue demostrar su potencial en uno de los papeles históricos más trágicos de la historia “reciente”.

La película Spencer es más un estudio del personaje, que una cinta histórica,

Spencer retrata tan solo tres días de una historia ficticia protagonizada por la princesa de Gales, pero es tiempo suficiente para entender dos cosas esenciales: 1) la enorme tristeza y soledad que enfrentó Lady Di y 2) que el rango emocional de Kristen Stewart puede estremecernos.

Es la víspera de Navidad de 1991, la princesa Diana tendrá que pasar las fiestas en compañía de la realeza británica. El cuento de hadas se ha convertido en toda una pesadilla, y la desesperación se ha apoderado por completo de la salud mental de la princesa Diana. Incluso por encima de un matrimonio fallido, Diana debe enfrentar los estragos de la soledad, así como una búsqueda personal por reencontrar su inocencia e identidad. Rodeada de enemigos, acosada por la prensa y destruida por dentro, la princesa parece encaminarse a una decisión que le dará paz, siempre y cuando pueda soportar una Navidad más en compañía de la reina.

Kristen Stewart en Spencer.

Spencer no está inspirada en un evento real, más bien nos encontramos ante una serie de eventos salidos de la imaginación del director Pablo Larraín y el encargado del guion Steven Knight. Ambos deciden retratar el momento en que Diana toma la decisión de dejar al príncipe Carlos, utilizando la fiesta de Navidad como el punto de quiebre para la princesa, así como una gran cantidad de simbolismos que van desde su casa de la infancia, las viejas tradiciones de la corona y constantes menciones a Anne Boleyn. Spencer es más un estudio del personaje, que una cinta histórica, alegando por completo a la decadente vida de Diana, mientras ésta contrasta con la opulencia de la realeza.

Una soledad asfixiante, dolorosa y angustiante que encuentra un vehículo perfecto en Kristen Stewart. La actriz se entrega por completo al personaje y logra llevar la película sobre sus hombros, jugando entre la rebeldía de una joven princesa, hasta los desgarradores arrebatos causados por la depresión. Toda la dinámica entre eventos reales, la imaginación de Knight y la dirección de Larraín tienen sentido cuando Stewart está en la pantalla, lo cual es prácticamente el 90% del tiempo. Diana es un papel desafiante por su contexto histórico, pero en la cinta nos encontramos ante una versión más compleja del personaje, donde su salud física y emocional está al borde del colapso, al mismo tiempo que el mundo no deja de observar cada pequeño movimiento que realiza la princesa.

Todos estos factores obligan a Stewart a transformarse en una mujer frágil, temerosa por su futuro, pero decidida a encontrarse a sí misma. Bajo estas condiciones es difícil no comparar a Diana con Kristen, pues ambas se transforman de lo que alguna vez le presentaron al mundo. Sabemos lo que ha pasado con Diana, pero en el caso de Stewart el futuro luce prometedor: sí, es una de las mejores actuaciones del año pasado, y sí, tiene todo para conseguir, cuando menos, una nominación al Oscar. Pero lo más relevante es que la audiencia puede tomar bajo un nuevo paradigma a la actriz, dejando atrás a la pálida Bella Swan de Twilight de una vez por todas.

Spencer también cuenta con la actuación de Sally Hawkins y Sean Harris, ambos como personajes que ayudan a Diana a sobrellevar las fiestas junto a la realeza. Su participación, aunque pequeña, ayuda a dimensionar mejor a la protagonista, sobre todo para aterrizar el lado más humano de la princesa, así como su regreso a la realidad tras una cena que se desvirtúa por completo o tras un ataque de esquizofrenia. Por otro lado, Timothy Spall juega el papel del villano, encargado de mantener el orden durante las fiestas, y concentrado principalmente en evitar que Diana cause estragos con la prensa. Igualmente es un papel menor, pero su actitud controladora y desafiante es suficiente para ponernos de lado de Diana en todo momento.

Kristen Stewart en Spencer.

A niveles técnicos, la producción consigue mantener el paralelismo entre la ostentosa realeza, y el decadente camino de Diana a la locura. Todo ese contraste va ligado totalmente a los simbolismos que el director lanza directamente al espectador desde los primeros minutos. Hay poco esfuerzo en mantener estos elementos como un extra a la historia principal, lo que termina contrastando con la actuación tan sublime y delicada de Kristen Stewart. No se pierde la intención, pero una dirección más precisa a la hora de jugar con los mensajes y sus significados pudo dar pie a una historia más poderosa y creativa. Este concepto de fábula flaquea un poco en su clímax, pero la actuación de Kristen Stewart y el montaje onírico que empuja la historia son suficientes para mantener la empatía de la audiencia.

Trailer oficial de la película Spencer.

Por otro lado, el diseño de producción no falla prácticamente nunca. Desde los hermosos vestidos de la princesa, hasta los bellos y fríos paisajes con densa neblina y la claustrofobia que brindan cada uno de los cuartos en donde Diana se encierra de forma literal y metafórica. Todos los escenarios brindan la atmósfera perfecta para una historia tan íntima como la que presenta Spencer. Una fotografía que consigue un fiel retrato de la fría naturaleza de la realeza, junto a la desolada vida de una extraña que está en un lugar donde nunca fue bien recibida, pero del que no puede escapar tan fácilmente. Secuencias con una belleza innegable, pero que se cubren de un desolador filtro que refleja tristeza, sin importar que la Navidad adorne la estampa o que una bella canción intente amenizar la noche.

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